Por: Giovanna Ciarmatori [AGEAC]

La Gnosis como Conocimiento Universal. El Divino Maestro Jesús el Nazareno y sus Enseñanzas secretas. Relación entre los esenios y los Cristianos Gnósticos. Hostigamiento de los Gnósticos primitivos.



Realmente solo existe de hecho una sola religión única y cósmica. Esta Religión asume diferentes formas religiosas según los tiempos y las necesidades de la humanidad. Así, pues, resultan absurdas las luchas religiosas porque en el fondo todas son únicamente modificaciones de la Religión Cósmica Universal.

S.A.W. ‘Introducción’, El Matrimonio Perfecto.


No desdeñamos ni subestimamos ninguna religión. Todas las religiones son perlas preciosísimas engarzadas en el hilo de oro de la Divinidad. Únicamente afirmamos que la Gnosis es la llama de donde salen todas las religiones del universo, eso es todo.

S.A.W. ‘Capítulo 12’, El Matrimonio Perfecto.


Con estas palabras del V.M. Samael Aun Weor queremos introducir una disertación sobre la Gnosis como conocimiento universal, sobre el Divino Maestro Jesús el Nazareno y sus Enseñanzas, sobre los esenios y los cristianos gnósticos, y también sobre las persecuciones que siempre los han amenazado y diezmado.

Empezamos explicando que la palabra ‘Gnosis’ no indica exclusivamente un movimiento o grupo colocado históricamente en los primeros años del cristianismo y geográficamente en forma preponderante en el Egipto helenístico y en el Medio Oriente.


¡No! Gnosis es el conocimiento que impregna de sí cada lugar y cada edad del mundo, la Philosophia Perennis et Universalis (en palabras del Patriarca Samael Aun Weor) que siempre se manifiesta para ayudar a todo ser humano (que lo quiera sinceramente) a alcanzar la Verdad.


Para que esto pueda suceder es necesario e imprescindible que periódicamente un gran ser, un Maestro de suma sabiduría, baje a la Tierra para volver a reorganizar y revitalizar la Enseñanza que con el tiempo y por causa de los Yoes que infectan a todos los hombres (también a los que deberían custodiar la pureza prístina del conocimiento y que, por el contrario, a veces lo desfiguran y envenenan), inevitablemente sufre un deterioro y adulteración que la llevan a una degeneración y por fin a la muerte, pero solo para que luego pueda volver a nacer más vigorosa y esplendorosa que antes; bajo otra figura, mas en realidad igual a sí misma eternamente.


Tales afirmaciones son documentadas y claramente explicadas en las palabras del gran Avatara hindú Krishna (expresión del Segundo Logos, Vishnú, en la India del IV milenio a. C.), relatadas en el Bhagavad Guita (siglo III a.C. aproximadamente), el más conocido y amado capítulo del poema llamado Mahabharata:


Aunque soy el nonato e imperecedero Ser, el Señor de todos los seres y cobijo la naturaleza, que es mi dominio, también nazco por virtud de mi propio poder.


Cuando quiera que la actitud desmaya, ¡oh Bharata!, y cobra bríos la iniquidad, entonces renazco.
 Para proteger a los buenos, confundir a los malos y restaurar firmemente la justicia. De edad en edad renazco yo con este intento.


Quien así conozca en su esencia mi divino nacimiento y mis acciones divinas ya no volverá a nacer cuando deje el cuerpo, sino que a mí se unirá, ¡oh Arjuna!
Libres de pasión, temor y cólera, purificados en fuego de sabiduría, acogidos a mí y llenos de mí se inmergieron muchos en mi Ser.


Como quiera que los hombres se acerquen a mí los bien recibo; porque sea cual sea el sendero que escojan es, ¡oh Partha!, mi sendero.

[Capítulo 4, versículos 6-11, Bhagavad Guita, en la excelente traducción de Annie Besant]


Otro texto que nos socorre en esta afirmación se encuentra en el libro sagrado de los mahometanos, el Corán, donde podemos apreciar el hecho concreto de que el profeta Mahoma tenía conciencia de que todos los Maestros que lo habían precedido eran expresión de Dios:


Di: Creemos en Allah y en lo que se ha hecho descender para nosotros y en lo que se hizo descender sobre Ibrahim [Abraham], Ismail [Ismael], Ishaq [Isaac], Yaqub [Jacob] y las Tribus, así como lo que le fue dado a Musa [Moisés], a Isa [Jesús] y a los profetas, procedente de su Señor; no excluimos a unos y aceptamos a otros, y a él estamos sometidos.

[Sura III, versículo 84, Corán]