El término secta, muy lejos del concepto que expresa la Real Academia de la Lengua Española que lo define como el conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica, o la doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra, conlleva hoy en día una peligrosa connotación peyorativa en el sentido de herejía ideológica o heterodoxia doctrinal (esto según la perspectiva de una u otra mayoría religiosa).


La carga de negatividad de este término llegó para quedarse y tiende a crecer y a volverse más compleja. Esta problemática hace necesario tener un marco de clasificación y metodología de análisis para concientizar adecuadamente a la sociedad acerca de la existencia de esta innegable realidad. El conocer las diferentes definiciones que se manejan en este campo evitará que la sociedad, especialmente los medios de comunicación,  los líderes de opinión, y académicos poco familiarizados con el tema, caigan en el extremo de catalogar ligeramente como secta a cualquier agrupación, generando a su alrededor un clima de intolerancia, rechazo y hostilidad.


¿MINORÍAS RELIGIOSAS O SECTAS?


En este contexto, el calificar como secta a un grupo social conlleva una responsabilidad ética importante, responsabilidad que no se puede descargar pertinentemente sin un marco analítico correcto, ni repitiendo acríticamente los epítetos y nombres que otros dicen sin entender realmente de lo que se habla.  En otras palabras, ¿por qué clasificar, o llamar sectarias a unas organizaciones sí y a otras no?  ¿Porque lo dice la mayoría? ¿Porque se les llama así en la televisión o en la radio?  ¿Porque lo dice el cura, el pastor, el intelectual de moda, o una u otra institución que estudia el campo socio-religioso?


El periodista, el analista, el profesionista, el padre de familia que llama secta a un grupo simplemente porque oyó a alguien más clasificarlo así, no sólo actúa en forma irresponsable y poco ética, sino que se convierte, en ocasiones, en títere de intereses oscuros, en cómplice pasivo, quizás, de antagonismos religiosos cuya profundidad no conoce, o de los intentos de estructuras de poder por monopolizar las conciencias a través de la descalificación a priori de otras opciones de espiritualidad.


PREOCUPACIÓN POR LA INTOLERANCIA


Algunos de los proponentes de la eliminación del término secta del lenguaje académico y de los medios de comunicación, se hallan preocupados por encontrar un término neutral, que no implique juicios de valor sobre las creencias de uno u otro grupo, ya que esto puede estigmatizarlos socialmente. La preocupación es ciertamente loable, ya que religiones mayoritarias en diferentes partes del mundo, utilizan como arma la palabra secta para descalificar por igual a minorías religiosas de toda índole, por el sólo hecho de no conformarse a los dogmas populares o de las religiones de Estado. Esto sucede hoy, por ejemplo, en países islámicos, y ocurrió antaño en Inglaterra cuando la Iglesia oficial, la anglicana, persiguió a los cuáqueros. El abuso en el uso del término secta, ciertamente puede crear un clima de desconfianza, difamación y hasta de agresión en contra de personas que pertenecen a minorías religiosas.


EL USO DE LA PALABRA SECTA COMO ARMA


En este contexto, la palabra secta se usa como arma para descalificar a priori a “los otros”, los de ideología religiosa diferente, indistintamente de que su trayectoria social sea inocua o hasta positiva. Asimismo, se utiliza como falacia de etiqueta, y coloca un estigma que fomenta la intolerancia religiosa, y evita a las religiones tradicionales mayoritarias –o de Estado– el trabajo de refutar con argumentaciones serias, las posturas ideológicas de otros grupos que tienen el mismo derecho de ejercer la libertad de creencia y propagar sus propuestas.


Esta definición histórico-cultural es la más utilizada a nivel popular y en la mayoría de los medios de comunicación. Su uso es fomentado especialmente por sectores intolerantes de la jerarquía católica y ha sido, en buena medida, asimilada pasivamente por la sociedad.

Cómo identificar una Secta.


Todo lo anterior son extractos de la obra del Dr. Jorge Erdely



“EL GRAN INQUISIDOR” DE DOSTOYEVSKY


Dostoyevsky en su novela “Los Hermanos Karamazov” incluye un capítulo titulado “El Gran Inquisidor” en el que presenta una imagen de la esclavitud psicológica masiva. Este capítulo contiene un poema donde Jesús regresa durante la Inquisición española y es encarcelado por el Gran Inquisidor. El Inquisidor le informa a Jesús que la humanidad ha sido incapaz de tolerar la libertad, así que la libertad se ha “terminado y acabado para bien” y con el fin de que los hombres puedan ser “felices”.


…hoy el pueblo está más convencido que nunca de que tienen la libertad perfecta, sin embargo han traído su libertad a nosotros y la han dejado humildemente a nuestros pies.


El “misterio” es que el Inquisidor y su equipo en lo secreto son ateos sin ningún interés en los milagros. La Inquisición también quemará a Jesús, y nadie protestará; así de grande es su autoridad.

Muchos escritores han comentado sobre este capítulo que ha sido publicado independientemente de la novela. Yo lo veo como una extraordinaria profecía del totalitarismo del siglo XX.

El Triángulo del Adoctrinamiento Sectario.


Todo lo anterior son extractos de la obra del Dr. John Hochman