Hoy por hoy, mis queridos hermanos, y por siempre, renuncio y he renunciado, y seguiré renunciando a los derechos de autor. Lo único que deseo es que estos libros se vendan en forma barata, al alcance de los pobres, al alcance de todos los que sufren y lloran [aplausos]. Que el más infeliz ciudadano pueda conseguir ese libro con los pocos pesos que lleve entre su bolsa; eso es todo [aplausos].
En realidad de verdad yo no tengo ninguna renta; no exijo nada por mis obras, quien quiere editarlas que las edite para bien de toda la humanidad doliente [aplausos].
Hermanos: Tampoco he exigido ni pienso exigir jamás sueldo alguno. En la República del Salvador nos asignaron al Maestro G. K. y a mi insignificante persona que nada vale (pues yo no doy ni siquiera un peso por mi persona), un sueldo, pero en realidad de verdad no quiero tal sueldo. ¡Soy un limosnero con smoking, y vivo de la limosna pública! [Aplausos].
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