Por: Thomas Nilsson [AGEAC]
“La Gnosis busca restituir en el hombre la capacidad de vivir inteligentemente y por lo tanto felizmente”.
V.M. Samael Aun Weor
La mayoría de las personas que han conocido la Gnosis pero que ya no son miembros activos de una asociación siguen llevando sus conocimientos en sus corazones y en su forma de vivir. Muchas personas que después de haber escuchado los postulados gnósticos y su filosofía luego abandonan la Gnosis para entrar en la «vida horizontal» vuelven sin embargo años más tarde de nuevo a la Enseñanza.
Y existen los pocos casos de personas que después de haber conocido la Gnosis se vuelven en contra de ella. En este artículo reflexionamos sobre este caso particular y sobre los diferentes motivos por los que una persona abandona los estudios gnósticos y después se vuelve en contra de ellos.
El hecho de que hay personas que se vuelven en contra de una enseñanza, filosofía o persona no es solo un fenómeno actual sino algo que se puede observar a través de los siglos y en varias circunstancias.
La actitud de frustración y mala voluntad dirigida hacia la filosofía gnóstica proviene de varios resortes psicológicos. Cabe recalcar que estas personas son una minoría y no es algo común que pase. Hago esta aclaración para las personas que tienden a generalizar o a exagerar y hacen creer a la gente que siempre que alguien abandona la Gnosis se queda traumado o se vuelve contra ella.
Por las asociaciones gnósticas desfila muchísima gente de todo tipo. La Gnosis viene siendo una forma de vida superior y enseña cosas extraordinarias. La Gnosis explica cómo el ser humano puede experimentar, vivir y realizar eso que llamamos el despertar de la Conciencia. Tal despertar no es cuestión de intelectualismos y estudios superficiales de la doctrina, sino exige un modus operandi muy especial y didáctico. El despertar que promete la Gnosis es para aquellos que han sido valientes para trabajar su propio Ego y han logrado hacer grandes cambios psicológicos en la vida.
Hablando del Ego se ha podido observar que existen varios factores psicológicos como la falta de seriedad en el trabajo, el orgullo, la vanidad, la envidia, la pereza espiritual, la desidia, el rencor, el resentimiento, el orgullo místico, el protagonismo y muchos más. Estos factores impiden que las personas avancen de manera práctica, real y efectiva en la Gnosis. Hay personas que llegan a un punto en que se frustran, abandonan la Gnosis y al final quedan con resentimientos y desilusiones por no haber podido lograr nada de lo que la Gnosis les enseñó. Como resultado se sienten engañados por lo que piensan ser «una enseñanza utópica».
La Gnosis: una enseñanza sería
Es muy difícil explicar qué es realmente la Gnosis para una persona que no la ha estudiado a fondo. Lo que la Gnosis quiere es lo que llamamos el despertar de la Conciencia y la Autorrealización íntima del Ser. Por lo tanto en el estudio de la Gnosis se explican varios temas como filosofía, antropología, psicología, metafísica, etc. Todos los temas se revelan desde un punto de vista esotérico y espiritual en el que se les relaciona con kábala, alquimia, meditación, yoga, astrología, numerología, etc.
La mayoría de la gente confunde los temas del pseudoesoterismo con el real esoterismo que enseña la Gnosis. Estas personas se ven atraídas por temas como tarot, astrología, yoga, etc., pero no se ve atraída para hacer un cambio en su vida privada, sino más bien para buscar un hobbie, una distracción, por moda, pareja, amistad o por diversión. Así, pues, la Gnosis es para personas que realmente buscan algo superior en la vida, algo nuevo que le de sentido.
El anhelo espiritual: ingrediente indispensable
“Indubitablemente, el amor por el trabajo es básico”.
V.M. Samael Aun Weor
Mucha gente se acerca a la Gnosis por curiosidad e incluso personas muy ilustradas se encantan con los temas de antropología y metafísica. Les parece algo muy interesante e incluso fascinante. El problema es que a veces solo quieren engolosinarse con información intelectual, y eso es todo. Cuando se empieza a hablar de trabajo interior, transmutación de energías, etc., se callan orgullosamente y después de un tiempo se retiran de los estudios gnósticos.
Aunque la Gnosis tiene la explicación para muchísimas cosas y es muy interesante, lógica y profunda en sus estudios, lo que la Gnosis realmente quiere, es que cada persona se dé cuenta de su miseria anímica (el Ego) y hacer algo práctico al respeto para levantarse y ser una persona diferente y seguir el camino que todos los grandes Iluminados han recorrido. Por eso la Gnosis no es algo intelectual, sino algo cien por cien práctico. Para tener la motivación para practicar todo lo que la Gnosis enseña (meditación, vocalización, transmutación, autoobservación, cuadrantes mágicos, runas, etc.) hace falta un ingrediente básico: los anhelos espirituales.
Una persona que está en la Gnosis pero no tiene realmente verdaderos anhelos puede ser que le gusta la Enseñanza, la acepta, la estudia hasta cierto punto, pero no la quiere vivir íntimamente. Esa persona normalmente viene a las asociaciones por lo social, para ver a otras personas, le gustan las reuniones, los cafés y pláticas, pero en el fondo quiere convertir la Gnosis en un club de amigos. No hay nada malo en tener un buen ambiente social en las asociaciones gnósticas, pero esto no es en su esencia lo que la Enseñanza busca para nosotros. Lo importante es el trabajo interior de cada uno de sus miembros. Los compromisos sociales y las diversiones vienen como segundo plato.
Dice el Maestro Samael:
Incuestionablemente debe interesarnos trabajar esotéricamente sobre sí mismos, si es que en realidad de verdad queremos una transformación radical.
Sin embargo no es posible que exista en nuestras vidas una real conjunción con el trabajo esotérico si antes no amamos al trabajo. Necesitamos tener un verdadero afecto, un verdadero cariño, por el trabajo esotérico gnóstico. Solo así podría realizarse una conjunción de nuestras vidas con el trabajo esotérico.
En tanto esa conjunción con el trabajo no se haya realizado, indubitablemente seríamos incapaces de comprenderlo integralmente. Se requiere sentir afecto por estos estudios.
Muchas gentes llegan a conocer la Enseñanza, llegan a entender el cuerpo de doctrina hasta cierto punto pero no se deciden de verdad a trabajar sobre sí mismos. Eso se debe a que cada persona tiene en su interior un cúmulo de elementos indeseables que jalan en distintas direcciones y apuntan hacia diferentes intereses.
«El interés tiene pies», como reza el dicho común, y es lo mismo para la Gnosis. «Buscad y hallarás», dijo el gran Kabir. «La gracia de Dios es ocultar sus misterios, y la del hombre la de buscar revelarlos», dice la Biblia, etc. Pero para querer buscar y mantenerse en ello hay que tener anhelos verdaderos. Los anhelos nos empujan a develar los misterios del Ser, de quiénes somos y cuál es el sentido de la vida. Los anhelos nos ayudan a transformar impresiones y a sentir que el Ser está por encima de todo y todos. Los anhelos nos dan esperanzas en los tiempos difíciles y de prueba. Los anhelos son el amor hacia Dios. Es como una chispa o motor que nos da inquietudes y nos entusiasma por las cosas del Espíritu. Si uno no tiene tal chispa es muy difícil perseverar en la Gnosis, y con una distracción y excusa barata se encuentra un motivo para tarde que temprano alejarse.
El orgullo y el difícil cambio
El orgullo es quizás el peor enemigo para lograr los cambios interiores para poder despertar Conciencia. Existen las traiciones en la Gnosis y por lo común el factor egoico que nos lleva a tal extremo es el orgullo. Mucho se puede decir sobre el orgullo ya que este defecto es multifacético en su expresión y en sus conductas derivadas. El orgullo se alimenta del amor propio y de los miedos. Nos queremos mucho a nosotros mismos, a nuestra persona, nuestros méritos, nuestros penas, experiencias, etc. Cuando la Gnosis dice que hay que morir, el orgullo se resiente y resiste. Por ejemplo el orgullo herido nos ciega con ataques de frustración y de ira, corajes, y resentimientos, etc. Cuando alguien nos critica, dice algo que no nos gusta, nos corrige, regaña, o señala, etc., por lo común reaccionamos defendiendo nuestro Ego y nos lavamos las manos con justificaciones o contestamos con tono enojado para herir de regreso. Esto causa el orgullo.
La Gnosis no quiere señalar los defectos de nadie en especial sino solo ilustrarnos sobre los Yoes que todos los seres humanos tenemos. El problema para mucha gente es que lo toman de forma personal y piensan que la Gnosis las critica como personas. Para escuchar la Gnosis en el corazón hay que tener una migaja de humildad (que viene siendo lo contrario del orgullo). Con justa razón dice el Maestro Samael que tenemos que volvernos enemigos de nosotros mismos. En la Gnosis enseñamos cómo se transforman las impresiones. Esto guarda relación con lo que Jesús dice de que «hay que saber recibir las manifestaciones desagradables de nuestros prójimos en forma agradable». El mismo Jesús enseñó el camino de la realización espiritual por medio de la humildad y supremo sacrificio de sí mismo. Al final terminó diciendo: «¡Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen!», refiriéndose a todos los que le habían tratado mal e incluso crucificado. ¿Por qué guardamos nosotros resentimientos? ¿Por qué nos encanta discutir? ¿Por qué no queremos recibir con agrado las impresiones de los demás? ¿Por qué vivimos entre tantos conflictos con otras personas a nivel matrimonial, laboral, social, etc.? Imaginemos qué diferente sería si todos los seres humanos nos trabajáramos el orgullo…
Ahora entendemos mejor por qué algunas personas se alejan heridas de la Gnosis.
La ambición y el estrés espiritual
“Todos están sometidos a la Ley del Péndulo: los que hoy se entusiasman por la Gnosis, mañana se desilusionan”.
V.M. Samael Aun Weor
Como anteriormente dijimos, se necesitan anhelos verdaderos para poder entrar en el camino del despertar de la Conciencia. Hoy por hoy existe muchísima competencia y ambición en nuestra sociedad. Podemos observar que desde la escuela nos fomentan valores egoicos de ambición y capacidad de prestigio, de ser el mejor en la clase, en deportes, de vestir, etc. La gente viene luego a la Gnosis con el mismo molde de pensar. Quieren echarse la «carrera gnóstica» de las Fases en la asociación y luego incluso volverse misionero. A veces no se dan cuenta de que es un Ego que quiere pasar fases e incluso ponerse la medalla de ser instructor gnóstico, unos porque según da estatus ante la gente (que es orgullo místico) y otros por mera ambición. La Gnosis enseña que hay que hacer las cosas con vocación. Hay que tener vocación para la Gnosis y especialmente para ser un instructor. Si uno no fundamenta su vida espiritual en las bases de la vocación se puede muy fácilmente quemar.
Lo mismo pasa con el trabajo esotérico gnóstico para algunas personas. La Gnosis dice que hay que hacer prácticas espirituales todos los días si queremos activar la Conciencia y despertar. Mucha gente, por varias razones, como tal vez entropía, dejadez, pereza, distracciones, derrotismo, etc., no hacen ninguna práctica, o si lo hacen es muy de vez en cuando solamente. Y después de algún tiempo empieza un tipo de estrés interior. Se sienten presionados por no hacer nada de las prácticas que enseña la Gnosis, les entran ideas extrañas, miedos por el tema de los tiempos del fin, etc. Algunos pueden quemarse con esta actitud e incluso abandonar la Gnosis. Este estrés y sentimiento inferior de complejo de prestigio viene de la ambición espiritual. La misma actitud de codicia de la vida ordinaria quieren aplicarla a la forma de vivir la Gnosis. La Gnosis no funciona de esa manera. El llamado de hacer el trabajo esotérico gnóstico con nosotros mismos todos los días es una forma de vida y viene motivado del amor por la Gnosis misma. Es un hambre natural de hacer prácticas espirituales, meditaciones, etc., y no es algo que hay que «hacer por hacer» a la fuerza o de mala gana. Como dice el dicho popular: «A la fuerza ni los zapatos entran».
Nos damos cuenta otra vez de la importancia de los anhelos en el Camino. Puede ser que una persona tenga anhelos verdaderos pero la fuerza entrópica de la vida y sus tentaciones se los nublan. Por eso es muy importante hacer muchas meditaciones y transvalorizaciones de la Gnosis para nunca perder la luz del anhelo y así poder perseverar en el Camino, a favor de los vientos o en contra de todos los vientos. El que tenga su mirada fija en su estrella interior, que brilla esplendorosamente en el firmamento psicológico, siente la guía, la motivación y plenitud en su peregrinar hacia el misterio del Ser.
La impaciencia
Muchas personas que son atraídas por temas del esoterismo puede ser que confundan su anhelo con intereses sobre fenomenología. Les gusta lo oculto y lo paranormal y quieren pronto ver cosas de otros mundos para dar testimonio de ello. Por eso también pueden abandonar la Gnosis, porque no sienten que da resultados rápidos y baratos. Entonces se retiran de la Gnosis para ir con algún médium que les dice cosas del futuro o alguien que les lee el tarot para especular sus logros financieros, alguien que hace regresiones hipnóticas para ver vidas pasadas, etc. El fondo de esto es falta de fe, y el Yo de la impaciencia puede entonces engañar a tales personas y dejarles un especie de resentimiento hacia la Gnosis.
Dice el Maestro Samael:
Por lo común los recién entrados en la Gnosis están llenos de impaciencia, quieren manifestaciones fenoménicas inmediatas, instantáneos desdoblamientos, iluminación, sapiencia, etc.
La realidad es otra. Nada se nos da regalado. Todo cuesta. Nada se consigue con curiosidad, instantáneamente, rápidamente. Todo tiene su proceso y su desarrollo. El Kundalini se desarrolla, evoluciona y progresa muy lentamente dentro del aura del Maha-Chohan. El Kundalini tiene el poder de despertar la Conciencia. Empero el proceso del despertar es lento, gradual, natural, sin hechos espectaculares, sensacionales, emocionales y bárbaros. Cuando la Conciencia ya ha despertado totalmente no es algo sensacional ni espectacular. Es sencillamente una realidad tan natural como la de un árbol que lentamente creció, se desarrolló y desenvolvió sin sobresaltos y cosas sensacionales. Naturaleza es naturaleza. El estudiante gnóstico en principios dice: «Estoy soñando». Después exclama: «Estoy en cuerpo astral, fuera del cuerpo físico». Más tarde logra el Samadhi, el Éxtasis y penetra en los campos del paraíso. Al principio las manifestaciones son esporádicas, discontinuas, seguidas de largos tiempos de inconsciencia. Más tarde las alas ígneas nos dan la Conciencia continuamente despierta sin interrupciones.
Gentes conflictivas
Hay todo tipo de personas que se acercan a la Gnosis. Muchos buscan religiones o filosofías por el simple hecho que no están contentos con su vida actual. «Todo hay en el jardín del señor y si hay rosas, también hay espinas». No se puede esperar que las personas cambien por el simple hecho de haber estudiado intelectualmente la Gnosis. Todos los seres humanos tenemos experiencias traumáticas de mayor o menor grado. Existen personas que han tenido una vida muy conflictiva debido muchas veces a una infancia intensa con muchos problemas y sufrimientos. A veces, cuando una persona así llega a la Gnosis, pueden encontrar un gran entusiasmo y esperanza en todo lo que aprenden, pero no se puede tapar el sol con un dedo y no se pueden eliminar los Egos de un día para otro. Si un sujeto de estos viene a la Gnosis lleno de frustraciones y conflictos puede ser que los esconda para después de un tiempo expresar las mismas actitudes de antes, debido a que no eliminó el Ego. Hay algunas de estas personas que empiezan a crear problemas con el instructor, con los miembros, e incluso a veces echan la culpa a la Gnosis por sus problemas. Como la Gnosis es una Enseñanza pura y neutra, benévola y humilde, la usan como desahogo de sus conflictos personales. Así es como se hacen víctimas y acusan y critican la Enseñanza del Maestro Samael de varias maneras. Lo que no se dan cuenta es de lo que la Gnosis realmente explica: que el trabajo es individual y es interior. Su fallo es que esperaban que la Gnosis les solucionara todos sus problemas del pasado como por encanto, sin realmente trabajar consigo mismos.
Falta de afinidad en la pareja
Nos explica el Maestro Samael que la Gnosis es una función de nuestra propia Conciencia. Como hemos repetido anteriormente, para querer adentrarse en la vida gnóstica, con todo lo que ello implica, hay que tener anhelos sinceros de despertar y mucha gente no tiene tales anhelos.
La Gnosis nos enseña que es por el camino del amor y de la pareja que uno puede llegar a las realizaciones más profundas del espíritu. Cuando uno vive en pareja necesita saber equilibrarse muy bien con el cónyuge para no crear conflictos. Ante todo para que una pareja cualquiera funcione armoniosamente y sobreviva los años se necesita afinidad en pensamientos, sentimientos, voluntades, etc. Lo ideal es que ambas personas en la pareja tengan anhelos espirituales para poder trabajar mutuamente a nivel psicológico y sexual. Pero a veces, cuando solo uno de los dos en una pareja tiene anhelos espirituales, conoce la Gnosis y quiere practicar su forma de vida, pueden aparecer ciertos obstáculos. Esto depende principalmente de si la persona que no tenga dichos anhelos quiere respetar y colaborar con la persona que sí los tiene. Desafortunadamente ha habido casos en que después de un divorcio uno de los cónyuges queda resentido y echa la culpa a la Gnosis. Existe el libre albedrío de cada persona, lo cual la Gnosis como Enseñanza respeta absolutamente. Cada quien es libre de hacer lo que quiera. Lo que sí recalcamos es que tenemos que ser responsables de nuestros actos debido a la Ley del Karma. Cada pareja vive su intimidad y la Gnosis lo respeta como algo sagrado. La evolución o involución de cada relación es algo demasiado individual y no se puede culpar a una filosofía por las decisiones particulares de una persona o matrimonio.
La Enseñanza pura del Maestro
La Gnosis del Maestro Samael es auténtica y pura como mensaje de la nueva era. Lo que él escribió es lo que los gnósticos llamamos la doctrina del Quinto Evangelio. Mientras el Maestro Samael se levantó y despertó, su Conciencia iba aprendiendo y plasmó su sabiduría en todos sus libros. El Maestro Samael se autorrealizó íntimamente y nos dejó las llaves y los mapas del Camino. Aquel que tenga anhelos que lo practique en su intimidad. Así, pues, una cosa son los logros reales del Maestro Samael y la Gnosis como sabiduría eterna y otra cosa es lo que las personas que venimos atrás hacemos de ella.
Desafortunadamente a cada mínimo error que comete una persona se le echa la culpa a la Gnosis. Tenemos que diferenciar, como dice el Maestro Samael, «la gimnasia de la magnesia». Una cosa es un instrumento que funciona bien y otra cosa es el uso que hacemos de él.
Debido al Yo tendemos los ser humanos a echar todo a perder. La Enseñanza del Venerable Jesús se mantuvo pura solo unos cientos de años antes de que personas con diferentes intereses de tipo personalista empezaran a interferir y cambiar cosas de esta santa doctrina. Sabemos, por ejemplo, que muchas de las cosas que están escritas en los Evangelios apócrifos no concuerdan con los dogmas de la mayoría de las religiones cristianas hoy, y por puro necedad y arrogancia muchas religiones que se llaman «cristianas» no quieren aceptar las palabras de su propio Dios.
Los falsos Maestros y el daño a la Gnosis
Lamentablemente hay personas que a lo largo de la historia de la Gnosis han hecho cosas desastrosas en nombre de la Gnosis. Incluso personas que estuvieron cerca del Maestro Samael lo traicionaron o alteraron su mensaje. Desafortunadamente algunas de estas personas han dado luego su cara a la humanidad y enseñado una Gnosis que no es pura y que no funciona de acuerdo a los Tres Factores de la Revolución de la Conciencia y todo lo que el Maestro Samael enseñó. Por tal motivo hay varias siglas gnósticas en el mundo, y en muchas hay gran confusión, aunque se ignora que se desconocen estas cosas. En algunas de estas siglas se enseñan y practican cosas que no tienen nada que ver con el legítimo mensaje del Avatara. La gente novata en la Gnosis no sabe esto, y en tales asociaciones pseudognósticas se encuentran una Enseñanza alterada, mutilada, adulterada, degenerada, etc., aunque les dicen que les enseñan «Gnosis». Esto es muy grave y por eso es también importante separar la mala hierba, pues ella quita lugar y nutrientes a los árboles que sí dan frutos…
La responsabilidad y la imagen del instructor
Es importante la responsabilidad del instructor gnóstico o misionero. De modo alguno los instructores son seres perfectos; son simples personas que han querido vivir, enseñar y compartir la Gnosis a la humanidad. Por lo común los miembros de muchas asociaciones se crean muchas fantasías sobre su instructor y esperan ver en él un ejemplo vivo de la Enseñanza gnóstica. Es claro que el instructor tiene el deber de ser una persona ejemplar ante la sociedad y ante los demás en general. También tiene el instructor el deber de tratar de vivir y experimentar la doctrina en su vida privada, pero ha habido casos en que los instructores son duramente juzgados por la intolerancia de los miembros de la asociación. Esto es debido a la inconsciencia, la ignorancia, la ingratitud, etc., que a veces tienen los miembros hacia sus misioneros.
Por otro lado ha habido instructores que han cometido el grave error de por orgullo místico influenciar negativamente en sus miembros. Es por eso muy importante que el instructor no cree personalismos por vanidad ni permita que la grey lo idolatre. El instructor no debe tener el papel de un Gurú ni mucho menos de un tirano. Como dice el Maestro Kwen Khan: «El misionero tiene que sacrificarse por la humanidad y no sacrificar a la humanidad». El instructor debe llevar a la gente hacia la Gnosis y hacia los Maestros y no hacia ellos mismos, para que la gente se sienta motivada a estudiar y vivir propiamente la doctrina. Como conclusión el instructor debe ser un amigo, un guía, una fuente de inspiración, un motor para impartir dinámicamente la Gnosis allá donde esté. El instructor es la cara de la Gran Logia Blanca ante el ser humano común y eso es una tarea muy delicada. Esto es importante de comprender tanto para los misioneros como para los estudiantes, y para todos en general.
La crítica del profano hacia la Gnosis y la cultura conservadora
La Gnosis nos exhorta a un cambio radical en nuestras vidas. La Gnosis enseña el camino de las grandes realizaciones en el Espíritu. La Gnosis nos explica cómo existe un despertar de la Conciencia y una forma superior de vivir la vida. Lo interesante de todo esto es que la Gnosis va más allá de la moral subjetiva. La Gnosis busca la ética superior del Ser y viene por lo tanto a romper muchos esquemas fabricados en nuestra vida. Para el buscador la Gnosis debe tomarse muy en serio, hay que «tragar» la doctrina completamente, pero la Gnosis siempre ha estado en contra de los fanatismos. Los fanáticos hacen las cosas sin comprensión y reflexión profunda y actúan porque tienen ideas y dogmas programados en la mente. La Gnosis quiere que nos liberemos de todos los dogmas y que nos abramos a lo nuevo.
A nuestra sociedad conservadora no le gusta esto. La Gnosis nos trata de enseñar cómo pensar y no qué pensar. La sociedad, las religiones muertas, la gente, la moda, etc., nos quiere programar una forma de pensar y llenar nuestras mentes de ideas fijas, dogmas, valores falsos de moral, patria, cultura, etc. No nos damos cuenta de que por lo común, esto robustece el Ego y nos duerme más la Conciencia, aunque equivocadamente nos pensamos libres, correctos, etc. Por eso no es raro que mucha gente no entienda la Gnosis y la critique, la sienten como una amenaza hacia su vida ya formada y establecida, etc. Por eso la Gnosis es para los grandes rebeldes del Espíritu.
En su época el Maestro Jesús fue juzgado por los escribas, los ancianos y los sacerdotes. El Venerable Maestro Jesús era demasiado rebelde para ellos. Los escribas representan a los intelectuales, los ancianos a la gente con mucha experiencia y los sacerdotes a los fanáticos religiosos.
Lo mismo pasó con Sócrates, que según el Oráculo de Delfos, en su tiempo fue el más sabio de toda Atenas. Sócrates fue acusado de «pervertir a la juventud».
Y lo mismo ha pasado con la doctrina del Maestro Samael. Los intelectuales de hoy, muchos científicos, gente con mucha experiencia, conocimiento, autosuficiencia, las religiones dogmáticas, los sacerdotes, etc., no aceptan la Gnosis por arrogancia y pensamientos conservadores fanáticos.
La traición
Los extremos de la frustración han llegado a dejar tristes capítulos en la historia de la humanidad en los cuales se pueden ver asesinatos, condenas y traiciones muy lamentables. El mismo Dante Alighieri en su Divina Comedia nos muestra la traición como el máximo pecado que corresponde al Noveno Círculo del Infierno. Allí se alegoriza, tanto a Judas que traicionó a Jesús como a Bruto y Casio que asesinaron a Julio César, destrozados y comidos por el mismo demonio de la traición.
Muchos héroes luchadores en pro de la humanidad han sido asesinados. Para nombrar algunos tenemos a Simón Bolívar, al General Francisco Villa, a Mahatma Gandhi, a John F. Kennedy, a Juana de Arco, a quienes los mismos franceses no defendieron cuando fue condenada a la hoguera, etc. ¿No fue Santa Teresa de Jesús traicionada por la madre superiora de su convento por envidia? ¿No fue el sabio Giordano Bruno entregado por su propio discípulo Giovanni Mocenigo a la Inquisición católica para ser posteriormente quemado en el año 1600?
El insigne Maestro Pitágoras tuvo su Escuela de Misterios. Para la entrada a tal Colegio de Iniciados había que pasar varias pruebas. Una prueba era sacar el orgullo del neófito, prueba en la que muchos fracasaban. Veremos aquí un buen ejemplo que nos relata Eduardo Schure en su libro Los Grandes Iniciados de cómo los resentimientos de un sujeto conflictivo llevó a la escuela pitagórica a su destrucción:
Pitágoras era extremadamente duro para la admisión de los novicios, diciendo que «no toda la madera sirve para hacer mercurio». Los jóvenes que querían entrar en la asociación debían sufrir un tiempo de prueba y de ensayo. Presentados por sus padres o por uno de los maestros les permitían al nuevo entrar en el gimnasio pitagórico, donde los novicios se dedicaban a los juegos de su edad. El joven notaba al primer golpe de vista que aquel gimnasio no se parecía al de la ciudad. Ni gritos violentos, ni grupos ruidosos, ni fanfarronería ridícula, ni la vana demostración de la fuerza de los atletas en flor desafiándose unos a otros y mostrándose sus músculos, sino grupos de jóvenes afables y distinguidos paseándose dos a dos bajo los pórticos o jugando en la arena.
Le invitaban ellos con gracia y sencillez a tomar parte en su conversación, como si fuera uno de los suyos, sin mirarlo de arriba abajo con miradas sospechosas o sonrisas burlonas. En la arena se ejercitaban en la carrera, en el lanzamiento del venablo y del disco. También ejecutaban combates simulados bajo la forma de danzas dóricas, pero Pitágoras había desterrado severamente de su instituto la lucha cuerpo a cuerpo diciendo que era superfluo y aun peligroso desarrollar el orgullo y el odio con la fuerza y la agilidad, que los hombres destinados a practicar las virtudes de la amistad no debían comenzar por luchar unos con otros y derribarse en la arena como bestias feroces; un verdadero héroe sabría combatir con valor pero sin furia, porque el odio nos hace inferiores a un adversario cualquiera.
El recién llegado oía aquellas máximas del maestro repetidas por los novicios, orgullosos de comunicarle su precoz sabiduría. Al mismo tiempo le incitaban a manifestar sus opiniones, a contradecirlos libremente. Animado por ello, el ingenuo pretendiente mostraba bien pronto a las claras su verdadera naturaleza. Dichoso de ser escuchado y admirado, peroraba y se expansionaba a su gusto. Durante aquel tiempo los maestros lo observaban de cerca sin corregirle jamás. Pitágoras llegaba de improviso para estudiar sus gestos y palabras. Concedía él una atención particular al aire y a la risa de los jóvenes. La risa, decía, manifiesta el carácter de una manera indudable y ningún disimulo puede embellecer la risa de un malvado.
También había hecho un tan profundo estudio de la fisonomía humana que sabía leer en ella el fondo del alma. Por medio de aquellas minuciosas observaciones, el maestro se formaba una idea precisa de sus futuros discípulos.
Al cabo de algunos meses llegaban las pruebas decisivas, que eran imitaciones de la Iniciación egipcia, pero menos severas y adaptadas a la naturaleza griega, cuya impresionabilidad no hubiese soportado los mortales espantos de las criptas de Menfis y de Tebas. Hacían pasar la noche al aspirante pitagórico en una caverna de los alrededores de la ciudad, donde pretendían que había monstruos y apariciones. Los que no tenían la fuerza de soportar las impresiones fúnebres de la soledad y de la noche, que se negaban a entrar o huían antes de la mañana, eran juzgados demasiado débiles para la Iniciación y despedidos.
La prueba moral era más seria. Bruscamente, sin preparación, encerraban una mañana al discípulo en una celda triste y desnuda. Le dejaban una pizarra y le ordenaban fríamente que buscara el sentido de uno de los símbolos pitagóricos. Por ejemplo: “¿Qué significa el triángulo inscrito en el círculo?”. O bien: “¿Por qué el dodecaedro comprendido en la esfera es la cifra del universo?”. Pasaba doce horas en la celda con su pizarra y su problema, sin otra compañía que un vaso de agua y pan seco. Luego lo llevaban a una sala ante los novicios reunidos. En esta circunstancia tenían orden de burlarse sin piedad del desdichado, que malhumorado y hambriento comparecía ante ellos como un culpable. “He aquí –decían– al nuevo filósofo. ¡Qué semblante más inspirado!. Va a contarnos sus meditaciones. No nos ocultes lo que has descubierto. De ese modo meditarás sobre todos los símbolos. Cuando estés sometido un mes a régimen verás cómo te vuelves un gran sabio”.
En este preciso momento es cuando el maestro observaba la aptitud y profunda atención. Irritado por el desayuno, con la fisonomía del joven colmado de sarcasmos, humillado por no haber podido resolver el problema, un enigma incomprensible para él, tenía que hacer un gran esfuerzo para dominarse. Algunos lloraban de rabia; otros respondían con palabras cínicas; otros, fuera de sí, rompían su pizarra con furor, llenando de injurias al maestro, a la escuela y a los discípulos. Pitágoras comparecía entonces y decía con calma que habiendo soportado tan mal la prueba de amor propio le rogaba no volviera más a una escuela de la cual tan mala opinión tenía y en la que las elementales virtudes debían ser la amistad y el respeto a los maestros. El candidato despedido se iba avergonzado y se volvía a veces un enemigo temible para la orden, como aquel famoso Cylón, que más tarde amotinó al pueblo contra los pitagóricos y produjo la catástrofe de la orden.
Y sigue diciendo:
Pitágoras, muy severo en la admisión de discípulos, lo rechazó a causa de su carácter violento e imperioso. Aquel candidato despedido era un adversario venenoso. Cuando la opinión pública comenzó a agitarse contra Pitágoras organizó un club opuesto al de los pitagóricos, una gran sociedad popular. Logró atraer a él a los principales conductores del pueblo y preparó en sus asambleas una revolución que debía comenzar por la expulsión de los pitagóricos.
Ante una multitud tempestuosa, Cylón sube a la tribuna popular y lee extractos robados del libro secreto de Pitágoras titulado “La Palabra Sagrada” (Hieros Logos). Los desfigura, los disfraza. Algunos oradores tratan de defender a los hermanos del silencio, que respetan hasta a los animales. Se les responde con carcajadas. Cylón vuelve a subir a la tribuna para demostrar que el catecismo religioso de los pitagóricos es atentatorio a la libertad.
Ya para finalizar recordemos las palabras del último de los Maestros templarios, Jacques Bernard de Molay, que fue condenado por el conflictivo y arrogante Felipe IV de Francia. El Maestro fue quemado vivo en la hoguera en 1314 frente a la catedral de Notre Dame, y sus últimas palabras fueron:
Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que en verdad todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir. Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!... A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año...
Cabe decir que todo se cumplió literalmente.
Y como cierre a esta apología de la Gnosis e intento de explicar algunas de las causas por las que algunas personas dejan la Gnosis y se vuelven contra ella después, recordamos las palabras del Maestro Kwen Khan:
La fidelidad construye imperios, la traición produce ruinas.
Gotemburgo, Suecia 11 de abril de 2012.