Por: Sabrina Roca [AGEAC]
Es mejor no hacer nada cuando la acción trae más confusión general que beneficio que realizar algo que genera caos colectivo y, a la hora de la responsabilidad, desaparecer y auto-eximirse del cargo.
Muy raras veces, pero desafortunadamente sucede, algunos soñadores esperando encontrar gloria, poder egóico, prestigio personal en este tipo de cosas esotéricas y humanitarias, se aferran a tales tipos de ideas filosóficas de fondo, pero sin comprenderlas. Luego, toman una responsabilidad, agrupan gente, mueven eventos, circunstancias generales, y “a la hora de la hora”, es decir, a la hora del SACRIFICIO y la RESPONSABILIDAD, desaparecen desechando el compromiso que se han tomado voluntariamente, sembrando la confusión en los que sinceramente creyeron en sus palabras. Y además, y como es perfectamente lógico, pagando caro sus errores tarde que temprano.
Gentes totalmente confundidas, sin brújula psicológica alguna, a veces toman puestos de responsabilidad y ciertamente, para desgracia de los que seriamente necesitan ayuda, traiciona lo Real por lo falso. O sea, intercambian al Ser por el ego. Gentes sin vocación no debieran estar en puestos estratégicos de responsabilidad ¡JAMÁS!
Primero, por orden lógico, hay que encontrar la tónica particular de uno mismo, fundar una auténtica fuerza vocacional, y después, comenzar nuestra labor bajo la perpetua luz de una sincera auto-crítica.
¡Crear confusión es algo terrible! ¡Mejor hubiera sido jamás haber tomado la responsabilidad! La vida es un sueño porque nosotros estamos dormidos, porque nuestra conciencia duerme, pero la vida de entrega a la humanidad y el sufrimiento de las gentes, a todo nivel, no es un sueño sino una cruda realidad.
Es un gran sacrificio consciente y una importante responsabilidad, ante las gentes del mundo y ante las Jerarquías Divinas, el ponerse frente a responsabilidades humanitarias y espirituales. Realmente, por el bien de los demás, hemos de considerar y analizar profundamente, antes de hacer algo no con amor sino con ansias de ser alguien… Porque es que tenemos que pensar en el dolor que podemos llegar a crear a nuestro alrededor.
Fácil es con el tiempo reconocer a los impostores, porque cuando un mínimo esfuerzo tiene que ser realizado se lavan las manos como Pilatos, justifican tanto como posible la situación con infantilismos desprovistos de toda profundidad, y por último, abandonan todo en manos de la nada… Por otra parte, lo que es una obviedad, jamás trabajan sobre sí mismos… Aprenden a esconder el ego de tal forma que parecen refinados, pero es exactamente lo mismo que meter muchos animales en la habitación de una casa tratando de hacerlos desaparecer, un día, y para colmo, el menos esperado, estos animales se pelean entre sí y toda la monstruosidad junta que cargamos dentro sale a la vista de todos, convirtiéndose en el día de nuestra apostasía personal.
Por favor, gentes sin vocación, falsos guías, falsos profetas, impostores, os rogamos esto: ¡Quedaros fuera del círculo! ¡No sea que vuestra propia tibieza os destruya!
Obviamente, hay grados y grados de irresponsabilidad a considerar en este punto. Una es la irresponsabilidad de quien creía poder y descubre más tarde que no puede, y otra muy distinta la de aquel que busca poderes y que sabe que se está dejando seducir por la bestia interior. Una es la irresponsabilidad del egoísta, otra muy distinta la del ladrón.
Saber realmente, poco sabemos… ¡Pero sí hemos de saber lo que queremos! Eso es indispensable…
Gentes que no saben lo que quieren, no deben enseñar a los que tampoco saben, porque les confunden. Tampoco gentes que no quieren dar, tienen que engañar, a los que muy necesitados, están desesperados por recibir. Primero hemos de encontrar qué es lo que nuestro corazón quiere, y luego enseñar. Primero hemos de encontrar la caridad en nuestros corazones, y luego dar. El requisito para enseñar y dar, no es tanto saber mucho o tener mucho, como el ser sinceros y entregar lo poco que tenemos con todo nuestro corazón, por auténtico interés de que las gentes sean felices y encuentren su propia individualidad sagrada, y dejen de sufrir.
Lo que hoy sabemos, mañana será aumentado. Pero nuestra actitud, si no la cambiamos, podría ser siempre la misma, mañana y pasado mañana…, desgraciadamente.
Invitamos muy sinceramente a los tímidos, a los inseguros, a que se acerquen, pero suplicamos a los faltos de vocación, el ponerse en el lugar de los demás, porque la vida no es un juego de soldaditos de plomo, es algo espantosamente serio, y el sufrimiento de las gentes es más que real, “desalmadamente real”. ¡Qué beneficio podríamos encontrar en hacer sufrir!
Si vanagloria es lo que buscas, entonces la Gnosis no es para ti…
Existen dos formas de equivocarse, una es voluntariamente, la otra es inconscientemente. Si nos equivocamos voluntariamente, si sabemos lo que hacemos y tenemos conciencia de que está mal y aún así lo hacemos, eso es muy grave y no hay mucho que pensar, en tales condiciones estamos mintiendo a todo el mundo y a sí mismos. Pero equivocarse, levantarse y seguir, es otra cosa muy distinta…, es más, es inevitable. Si hay sinceridad, todo saldrá bien… De todas maneras, tenemos que darnos la oportunidad de equivocarnos, el camino del aprendizaje es precisamente ese: equivocarse y rectificar…, equivocarse y rectificar…, equivocarse y rectificar…, hasta que uno ya no se equivoque más en las mismas materias. Nadie es perfecto, y mucho menos en el primer día de realizar algo, y francamente, jamás de los jamases se es perfecto… La naturaleza de la “imperfección” será nuestra naturaleza hasta que Dios no nos arrebate a la altura en la que Él mismo vive.
Por favor, por consiguiente, cuando nos toque hacer algo serio en favor de la humanidad, sopesemos con gran sobriedad nuestras ansias, tratando de encontrar la fuente de nuestros impulsos y descubrir la vertiente misma desde donde brotan nuestras razones y anhelos para hacerlo.