Por: Garin Lorenz [IAO]
Poseer una visión global acerca de una verdad de las tantas que esconde la vida, equivale a tener conciencia de todas las partes más importantes relacionadas con esa verdad a un mismo tiempo, y el ser capaz de percibirlas con el corazón, sintiéndolas, intuyéndolas; es, en cierta forma, hacerse uno mismo parte de ellas.
Tener una visión parcial acerca de una verdad en concreto, en contrapartida, equivale a tener la mirada fija en un solo punto, y por lo tanto, a no tener conciencia de las interrelaciones que tal verdad posee. En tal caso, no hay intuición, no hay emociones superiores, y lo que menos existirá es la sensación de unidad, sentir la pertenencia a un núcleo, ser parte de un todo.
Hablando con un ejemplo, sería como tener los ojos fijos en una flor, y creer que esa flor lo es todo porque no vemos otra cosa. Sufrir por la flor, identificarnos espantosamente con su existencia, pero no comprenderla ni conocer su “porqué” y nuestra relación con ella.
Si comprendemos la necesidad tan extraordinariamente imperiosa de ser más abiertos y menos dogmáticos, apartando la vista de lo conocido y dejando olvidada la imagen de la flor que tan terriblemente real nos parece, siquiera por un momento, irremediablemente sucederá que nos encontraremos a sí mismos en una inmensa montaña llena de vida en la que hay árboles, infinidad de otras flores, variedad de animales, un cielo azul y un sol radiante… Si esta situación fuera real, tal y como el ejemplo lo pretende, si una persona no fuera capaz de ver más que una flor, cuando levantase la vista y viese la totalidad de la naturaleza quedaría más que sorprendida, extasiada, en estado de shock, al contemplar la grandeza y variedad que existe en la misma, y lo más importante: SE DARÍA CUENTA DE QUE TODO LO QUE CREÍA SABER, NO ERA COMO LO CONCEBÍA.
Cuando uno ve nada más que una parte aislada de una realidad cualquiera, se apega fuertemente a esa parcialidad, a lo que cree que sabe y cree que entiende, y eso nos hace sufrir mucho, hace sufrir a los demás, y como “guinda de la torta” del yerro, crea aún más Karma a esa persona... Conclusión: torpeza, estupidez y Karma.
Hay que llegar a SABER y no solamente a CREER, que todo lo que tenemos como aprendido puede y tiene que ser modificado porque está incompleto. Si no descubrimos esta verdad tan básica, tan infantilmente básica en lo práctico, ¿con qué juicio podríamos criticar y formular principios morales? ¿Cómo es posible entonces, que pretendamos tener juicios absolutos sobre las personas y sus circunstancias de vida? ¡Sólo un Hombre-Dios tiene tal poder! Los juicios parciales tienden a ser simples disparates.
Todos nosotros somos los ciegos de las muchas alegorías bíblicas, maltratándonos los unos a los otros de forma totalmente inconsciente, cada cual desesperado por llegar a ser feliz, pero a través del camino de la infelicidad, lo que es imposible que suceda...
Invitamos a todos, hombres y mujeres de buena voluntad, a un abandono total de miedos, apegos y juicios rápidos y generalizados. Les invitamos a dejar lo conocido, es decir “la ignorancia”, para entrar en lo desconocido, “el conocimiento de nuestro propio Ser Real”, para descubrir las joyas perdidas, la realidad tal cual es. Para abrir las puertas a la TOTALIDAD y acabar para siempre con la “visión parcial” de la vida.
Comprendamos, por nuestro propio bien, que esta parcialidad y ceguera nos hace fríos y egoístas, profundamente inconscientes del sentido de la vida, y tristemente, verdugos odiosos de un prójimo, que muchas veces, ni siquiera conocemos...