Por: María Martin [Sociedad Gnóstica SAW]

El hecho de vivir supone experiencias que nos agradan y también situaciones desagradables, e incluso en ocasiones hasta pueden resultar muy difíciles de superar.


Por ello agradezco a la enseñanza gnóstica que en mis mejores momentos me enseño que se pueden vivir con serenidad y felicidad sabiendo que todo pasa.


Al igual que en los peores momentos me brinda la capacidad de sacar la fortaleza que necesito para seguir adelante, que es lo que puedo cambiar y seguir viviendo con el cultivo del pensamiento libre respetuoso y  sin miedo, sin convertirme en mi propio enemigo que trata de sabotear el derecho a vivir, a madurar.


Resultando cada vez un ser más equilibrado, sabiendo relacionarme cada vez mejor con mi propio interior, con los demás, con la naturaleza.


Asi que no temo a lo que me ofrece libertad, apoyo, paz, dignidad, comprensión, etc., mas sin embargo puedo temer a la confusión: defender la libertad de expresión, que es verdaderamente carente de libertad de pensamiento, y así vivo la vida que me imponen donde se sustituyen valores inherentes al derecho de vivir como seres humanos, por crueldad, avaricia, barbarie, miedo, sumisión en pos del crecimiento económico. Vivimos en dictadura económica.

Decididamente, prefiero la revolución del pensamiento libre, que no pasa por desarrollo exterior como motor, sino por el desarrollo interior que nos hace más humanos, más dignos, más solidarios y poder ser una humanidad que conquisto el arte de vivir como una familia conjunta en su casa llamada tierra. 


Y como es evidente que todavía esta humanidad está por hacerse, es vital tener la enseñanza, el camino que nos indique por donde ir y que nos enseñe como cultivar y aumentar los valores que nos hacen seres humanos libres.