Por: Iñigo Pérez de Arenaza [Sociedad Gnóstica SAW]
La gnosis es revelación íntima, gracia, y por tanto vivencia íntima del alma, que paulatinamente se extiende y abarca toda la existencia, en la manera de pensar, sentir y actuar. Me permito describir, en pocas palabras, mi experiencia de muchos años, para aquel a quien le pueda servir. Esta es la razón de escribir estas líneas:
Comencé, en mi juventud, tras años de educación católica, por interesarme por el yoga al principio, por la enseñanza de Krishnamurti a continuación, con diversos autores relacionados con la meditación, para encontrarme con la Antroposofía de Rudolf Steiner y otros. Todas estas enseñanzas me fueron muy útiles, y sabía que el camino estaba en mí, y no afuera, pero no terminaba de comenzar a andar.
Fue, de improviso, que unas conferencias me invitaron a conocer la Gnosis del Maestro Samael. Rápidamente comprendí que esta era la manera de vivir el camino que necesitaba, y a cada nueva enseñanza, a cada nuevo tema, nuevo libro del Maestro, se producía en mí la extraña sensación de que buena parte de aquello no se me hacía extraño, sino que en el fondo estaba recordando lo que ya estaba dentro de mí.
Y esta sensación de recordar, sigue presente en mí, muchos años más tarde, y el anhelo de continuar descubriendo sigue presente en mí, con más fuerza que nunca, como el viaje más increíble y maravilloso que cualquier ser humano pueda recorrer jamás.
La base de la Gnosis es la parte práctica, tan importante en la enseñanza del Maestro Samael, con prácticas, y ahora me doy cuenta de ello, tan bien escogidas de diferentes tradiciones, y tan bien adaptadas a estos tiempos y a esta cultura. La práctica, cada vez más intensa, con aciertos y con errores, con progresos y estancamientos, permitió en la medida que lo trabajaba, una lenta cristalización en mí, pasando de la teoría a la experimentación de vivencias claras y determinantes, y de un despertar íntimo de la relación con mí Ser interior profundo.
La gnosis ha permitido en mí un cambio profundo en mi manera de vivir y de relacionarme con los demás, una posibilidad siempre presente, de descubrir una felicidad íntima que jamás había gustado, y sobre todo y ante todo, un saber y experimentar que no soy solo, que el Ser, en sus diversas partes, es parte de mí, al principio, y yo parte de Él a continuación, y que esa comunicación se profundiza con el trabajo serio sobre mí mismo. Así descubro que el goce espiritual puede formar parte de mi vida cotidiana.
El saberse acompañado comprende todas las actividades del día, más intenso al cerrar los ojos para la práctica, y también, y por supuesto, en la noche. La noche, donde el sueño se presenta, es para mí el puente más efectivo y profundo, para que esa comunicación se manifieste más intensamente. También y por tanto, la responsabilidad con la vida y con el Ser, se incrementa.
La gnosis es el camino del amor, y de la felicidad, y por ser estas cuestiones tan profundas e inmensas, fácilmente de perder como objetivo, porque nos exige un sacrificio continuo para abandonar el sufrimiento cotidiano y el amor propio continuo, por ese anhelo íntimo de servir y de ser útil al Ser. Como dice el Maestro Samael, “El Ser es lo que cuenta, pero está muy hondo, muy profundo”.
Descubro y experimento que en el sacrificio de negarse está la fuente del amor y la felicidad.
A quien le pueda ser útil.