Por: Ramón González [AGEAC]


Tanto mi esposa como mi persona llevamos unos años en los estudios gnósticos y os queremos hacer partícipes de nuestras reflexiones y nuestras preocupaciones.


Sabemos que todo ser humano tiene derecho y, por derecho, el deber de opinar sobre sus preocupaciones de la vida e intentar ayudar con sus reflexiones y su ejemplo a sus semejantes a ver claro y elegir un camino correcto e instructivo. La persona inteligente es aquella que sabe distinguir entre lo bueno y lo malo.


Pero nos preguntamos: ¿Por qué ciertas personas que se unen por afinidades psicológicas se empeñan en calumniar, difamar y criticar los esfuerzos que hacen otros a lo largo de sus vidas para ayudar al ser humano a corregir su forma de vivir y tener una vida más equilibrada llena de esperanza? ¿Es acaso malo echar un salvavidas a aquel que se está ahogando?


¿No será que detrás de estos grupos o de esas personas que se sienten con el derecho y que consideran que tienen el monopolio de la verdad y de la salvación existe una manipulación psicológica o intereses personales? Por qué automáticamente tachamos con el nombre de secta a grupos de personas que buscan vivir de una manera diferente con más comprensión, más luz y más verdad.


¿Por qué nos empeñamos en querer a toda costa tener razón en todo y querer con comparaciones horribles, denigrantes y absurdas criticar a un ser que durante toda su vida se dedicó a ayudar a su prójimo a conocer la Verdad?


¿Por qué, supuestamente con el pretexto de ayudar, nos empeñamos en confundir y engañar a personas afirmando cosas inciertas sobre la vida y la obra de tal o cual ser como Samael Aun Weor y sobre los gnósticos? ¿O acaso es malo querer que la humanidad se haga consciente del estado en el cual se encuentra y de ayudar a su prójimo a vivir feliz?


¿O acaso es malo entregar una pedagogía para que comprendamos la necesidad urgente de cambiar nuestra forma de pensar, de sentir y de actuar? ¿Acaso es malo preocuparse por ser buenos ciudadanos, buenos esposos, buenos amigos, buenos hijos, buenos padres? ¿Acaso es malo preocuparse por la naturaleza? ¿Acaso es malo conocer los misterios que nos envuelven? ¿Acaso es malo conocer el origen del ser humano? ¿Acaso es malo enseñar y hacer comprender a los niños la necesidad de tener un respeto hacia uno mismo y hacia los otros? ¿Acaso es malo conocer los misterios de las culturas que nos han precedido?…


¿Y ahora nos creemos con la suficiente intrepidez de corregir el esfuerzo y el sacrificio de estos seres? ¿Qué sabemos realmente de la verdad y de la vida? ¿Por qué escogemos solamente fragmentos de las obras del V.M. Samael Aun Weor a nuestro antojo y las utilizamos para atacar y convencer la mente de las personas? ¿Por qué no somos capaces de leer pacientemente y con dedicación estas obras y sacar conclusiones objetivas por nosotros mismos y así poder ayudar a los demás?


Por suerte, todos aquellos que pudieron y pueden investigar con inteligencia y ética el conocimiento gnóstico verán y experimentarán por ellos mismo lo que aquí se afirma, verán con opinión objetiva que detrás de todas estas críticas se esconde el ansia de confundir y de hacer el mal.


¿Nos hemos preguntado por qué el mundo se encuentra en esta situación? Porque cada uno de nosotros creemos tener razón en todo y con el derecho de criticar, insultar, obligar, destruir y conquistar sin haber comprendido y sin haberse tomado la molestia de utilizar el buen sentido común.


¿Por qué no podemos vivir en paz, en armonía y de una forma inteligente? Y hoy más que nunca nos encontramos con la necesidad de tener una vida con más plenitud. Echemos un vistazo al mundo, no hace falta ser muy inteligente para ver lo que pasa alrededor nuestro.


Gracias a la Gnosis y a todos los esfuerzos que realizó un ser como Samael Aun Weor hoy os podemos afirmar que nuestra forma de vivir y ver la vida cambió para bien, que nuestro matrimonio a través de este tiempo se enriqueció y se fortaleció, y pudimos comprender mejor ciertos valores que el ser humano se empeña en destruir, como el respeto, la paciencia, la tolerancia y el amor hacia los demás.